Creo que tenía bien olvidado mi blog, al menos en el tema de la escritura, pues constantemente entro con la firme intención de escribir o adelantar algo pero nada... después de unos segundos no me decido que escribir.
Pero bueno, hay varias cosas buenas por contar... Decidí que octubre era un buen mes para partir
rumbo a San Andrés Islas así el historial del clima por estas épocas no fuera el mejor
. Después de un tormentoso -literal- viaje, logramos llegar a nuestro destino 9 horas después de arrancar. Eso incluyó ir a San Andrés no poder aterrizar, luego ir a Panamá, cargar combustible, volver a Rionegro, amanecer en una sala de espera, y volver a arrancar para así llegar a eso de las 8 y media de la mañana a la tan anhelada Isla.
Quitando el cansancio que produce un viaje de estos, le abono la felicidad de poder ver de día y desde el cielo, el maravilloso mar de los 7 colores, que para mí era como si lo viera por primera vez.
Llegamos en medio de una brisa inmarcesible, sin embargo eso no fue un problema. En cuanto llegamos al hotel, me puse tres tiras de chiros, y pa' la playa señores, no era del caso perder ni un minuto de este maravilloso paraíso.
Para resumir, quiero decir que fue el paseo soñado,
conocí un isleño, un BACAN completo, me presentó a su maravillosa familia, llena de historia, de cultura y sobretodo de dignidad. Me invitaron a su hermoso paisaje de horizonte sin fin a comer un delicioso Rondón, que preparamos en leña a orilla de ese transparente mar… Momentos simplemente inolvidables.
A Jonathan y a su familia me los llevo realmente en el corazón!
También me hice amiga de un
Rasta re-bacan, soya’o, que vive relaja’o, que ama la vida, la gente y la buena vibra. Ese man si sabe de eso, pura buena energía. Y su hijo una hermosurita… buenos recuerdos con el Rasta-man.
Toda esta delicia de viaje, de buenos sentimientos, de buena energía, para llegar a casa y encontrar las
órdenes médicas para finalizar el proceso de inmigración a Candá.
¡Solo buenas cosas sucedieron este mes!
